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La teoría de las ventanas rotas y su vigencia.

La teoría de las ventanas rotas y su vigencia.

¿Por qué hay tantas ventanas rotas y a nadie parece importarle?

Si bien la teoría de las ventanas rotas se popularizó en 1996 a través del libro de George Kelling y Catherine Coles, Fixing Broken Windows: Restoring Order and Reducing Crime in Our Communities, tuvo su origen en un artículo publicado por dichos autores en el año 1982. 

Al mismo tiempo, tanto el articulo como el posterior libro, se inspiran o parten del experimento realizado por Philip Zimbardo en el año 1969. Zimbardo en aquellos años era profesor de la Universidad de Stanford en los EE.UU y no estaba lejos, todo hay que decirlo, de realizar su experimento psicológico más reconocido, “Stanford prision study”. Tal vez por ello, por el grado de popularidad que alcanzó luego de realizar su experimento psicológico en la prisión de Stanford, no se le adjudique la teoría de las ventas rotas; o también es probable que el experimento de la prisión en cierto modo eclipsara a dicha teoría.

En cualquier caso, la teoría de las ventas rotas no deja de ser un experimento psicosocial más que interesante y revelador de ciertos comportamientos colectivos, los cuales no son más que el resultado de las conductas individuales.

Dicho lo anterior, entiendo procede comenzar por el primer experimento realizado para, posteriormente, pasar a la teoría de las ventanas rotas elaborada por Kelling y Coles; ello nos permitirá entender mejor ciertos factores intervinientes en los procesos de deterioro social y en cómo todos los ciudadanos, de una forma u otra, tenemos nuestra parte de responsabilidad.

El experimento de los coches abandonados de Philip Zimbardo (1969).

 

philip zimbardo

El experimento de psicología social realizado por Philip Zimbardo (fotografía) en el año 1969, consistió en dejar dos coches abandonados en la vía pública; coches de la misma marca, modelo y color. Uno lo dejaron abandonado en las calles del Bronx, barrio de New York en aquellos años extremadamente conflictivo; y el otro coche lo dejaron abandonado en una zona de “clase alta” de Palo Alto, California.

– Primera fase del experimento de los coches abandonados.

Dos coches idénticos abandonados en barrios diametralmente opuestos en todos los sentidos; tanto por los índices de delincuencia que reflejaban cada uno, como por las presuntas diferencias de nivel educativo de las personas que vivían respectivamente en ellos. Como parte clave del experimento se asignó a un equipo de expertos en psicología social, encargado de estudiar las conductas y reacciones de las personas en cada uno de los sitios elegidos.

El coche abandonado en las calles del Bronx fue víctima del vandalismo a las pocas horas de comenzar el experimento; literalmente desguazaron el coche que el equipo dejó abandonado, desde el motor pasando por los asientos y sin olvidarse ni siquiera de los espejos. Incluso las partes del coche que no pudieron sustraer fueron destruidas por parte de los transeúntes del barrio. En tanto, el coche que equipo de investigación había dejado abandonado en las calles de Palo Alto seguía intacto; algo que en cierto modo no llegó a a extrañar a los investigadores, porque a priori era lo que precisamente habían previsto que sucediera.

En ésta primera parte del experimento los resultados confirmaban las teorías hasta el momento establecidas; la pobreza es sinónimo de delincuencia, vandalismo, falta de valores sociales y carente de todo sentido de comunidad. Por tanto era el momento de pasar a la segunda fase de dicho experimento; la cual arrojaría resultados que a la postre derribaría varios mitos sociales y determinaría que muchas teorías no eran más que burdas falacias. Lamentablemente aún hoy en pleno siglo XXI, hay quienes defienden tales falacias atribuyendo a la pobreza el patrimonio de la delincuencia en nuestras sociedades.

No hay que confundir educación con formación!

– La segunda fase del experimento de los coches abandonados.  

Luego de una semana de comenzado el experimento, el coche abandonado en el Bronx estaba en ruinas, en tanto que el dejado en Palo Alto seguía en perfectas condiciones; así que los investigadores decidieron romper de forma premeditada uno de los cristales del coche abandonado en Palo Alto. Ahí precisamente comenzó lo internaste; una vez que rompieron el cristal del coche del barrio de clase alta, éste fue presa del vandalismo, exactamente igual como lo fuera el que dejaron en el Bronx.

¿Cómo un simple cristal roto de un coche abandonado puede replicar conductas sociales? ¿Por qué los habitantes del barrio de clase alta mostraron comportamientos iguales a los del barrio pobre?

Muy sencillo, no estamos hablando de que dichos comportamientos delictivos tienen algo que ver con cuestiones económicas, éstos están directamente relacionados con factores psicológicos. El factor clave es lo que transmite a la comunidad un simple cristal roto; la idea de abandono, desidia, falta de interés y compromiso, despreocupación y desorden. En definitiva afecta el sentido de comunidad de la sociedad en su conjunto y provoca el efecto contagio de un comportamiento; recordemos que una emoción manifestada desde una conducta en particular, se contagia más rápido que un resfriado.

Conforme basta que el silencio del teatro se rompa una vez acabada la obra por un primer aplauso, también solo es necesario mover el resorte preciso para que se dispare la violencia; que las emociones se contagien de forma descontrolada y la mayoría actúe por simple imitación. El primer aplauso del teatro una vez acabada la obra, no solo dispara al resto de aplausos, también libera en cierto modo cualquier sentimiento de vergüenza por ser el primero; incluso justifica los aplausos como medio de validación colectiva.

El mismo ejemplo del teatro, también se aplica si sucede lo contrario, solo basta un abucheo para que se sumen a éste otros tantos. Haciendo un paralelismo entre ambos ejemplos, si bien cada aplauso que se suma valida al acto en sí mismo, también cada caso de vandalismo producido en los coches reafirma y justifica al anterior; esto hace que se reafirme la idea en el sentimiento colectivo de que el acto de vandalismo es justificado.  

La teoría de las ventanas rotas de Wilson y Kelling (1996).

 

James Wilson

James Wilson (fotografía) y George Kelling, basados en experimentos posteriores al realizado por Philip Zimbardo en1969; desarrollaron la teoría de las ventanas rotas. Vale decir que el resultado de dichos experimentos terminó en el libro al comienzo citado por mi parte, Arreglando Ventanas Rotas: Restaurando el Orden y Reduciendo el Crimen en Nuestras Comunidades, el cual refleja un abordaje desde lo criminológico y sociológico más que desde lo psicológico. No obstante ello y en mi opinión personal, entiendo que no debemos separar disciplinas que se relacionan directamente con el comportamiento humano, al contrario, debemos intentar valorarlas cada una desde sus aportes particulares.

La teoría concluye, insisto desde un punto de vista criminológico, que el índice delictivo en una sociedad aumenta partiendo desde las zonas más descuidadas de una ciudad. Zonas urbanas en donde el desorden, la suciedad y la ausencia notoria por el respeto a la norma son los modelos imperantes. Los autores de dicha teoría mantienen que si rompe el cristal de una ventana de un edificio y nadie lo repara, esto causará un efecto contagio, el cual terminará con todos los cristales de las ventanas de dicho edificio rotas.

Por ejemplo, si los parques o espacios públicos comienzan a caer en el descuido y nadie toma acciones al respecto, dichos lugares quedarán prácticamente condenados al abandono y en consecuencia a su progresivo deterioro. Dichos espacios públicos en tales condiciones, serán lugares propicios para que se instalen bandas de delincuentes y las personas del barrio dejen de acudir a ellos.  

Al mismo tiempo los autores de la teoría trasladan el modelo al ámbito familiar; manteniendo que si los progenitores no cuidan el entorno material de la casa, éste repercutirá negativamente en la familia. El deterioro material, descuido o falta de limpieza, intoxicará el ambiente familiar dando oportunidad a que se deterioren las relaciones interpersonales entre los miembros de la familia.

Lo anterior, mantienen que también repercutirá de un modo u otro de forma negativa contra la sociedad en su conjunto. La suma de pequeñas faltas por parte de los ciudadanos, como estacionar el coche en lugares prohibidos, arrojar papeles en la vía pública o no respetar normas básicas de convivencia, pueden eventualmente desembocar en faltas aún más graves e incluso en delitos

¿Tolerancia cero es la solución?

 

Rudolph Giulani

El propio Rudolph Giulani (fotografía), ex alcalde de la ciudad de New York y reconocido por sus sistemas utilizados precisamente para bajar las tasas de delincuencia de la ciudad, en más de una oportunidad utilizó la teoría de las ventanas rotas para explicar parte de sus modelos. Si bien el modelo de “tolerancia cero” aplicado por Giulani tiene otros marcos de referencia, bien podemos encontrar en ciertos aspectos específicos algo más que una simple inspiración en la teoría antes citada.  

Precisamente, el ex alcalde de Nueva York comenzó aplicando su “sistema de limpieza” prestando especial atención en los actos delictivos considerados menores; y cabe señalar que dichas medidas se encuadraron dentro un proceso de varios años. No podemos pretender modificar una sociedad en dos días ni mucho menos, como tampoco aplicar pseudo leyes marciales; ahora, la aplicación de las normas debe primar si pretendemos lograr vivir como seres civilizados y vincularnos satisfactoriamente a nivel interpersonal.

En mi opinión personal, el respeto a norma debe primar como modelo de convivencia y, al mismo tiempo, no representar un sistema coercitivo o represor. Se trata de educar en ciertos valores específicos y éticos desde las franjas etáreas más bajas. Comenzando en el ámbito familiar, lugar en dónde el individuo es expuesto a sus primeros niveles de condicionamiento, y posteriormente en el ámbito educativo curricular.

Tanto el experimento realizado por Philip Zimbardo en el año 1969, como la teoría de las ventanas rotas de Wilson y Kelling, pueden ser discutidos y de hecho tienen sus detractores, particularmente sobre la teoría de éstos últimos hay muchos. No obstante, bien pueden ser tomados como marco de referencia para intentar explicar el deterioro de nuestras sociedades; en lo personal considero que el experimento de los coches abandonados es en extremo ilustrativo del significado de contagio social y de cómo se confunde tolerancia con complicidad.

Referente a la teoría de las ventanas rotas, vale decir que en algunos puntos en concreto coincido con los autores y en otros, nobleza obliga, discrepo radicalmente.  

Lo que a nadie puede escapar son las grandes diferencias de modelos sociales que existen; modelos que no son el resultado de un proceso de pocos años, al contrario, se basan en la transmisión de valores durante décadas. Incluso tales diferencias abismales de modelos sociales las podemos contrastar entre los países de la Unión Europea, y por favor, a no rasgarnos las vestiduras porque con visitar solo la mitad de los países miembros cualquiera puede sacar sus propias conclusiones.

La falta de respeto, la ausencia de reglas y códigos de urbanidad mínimos, las carencias en las formas de establecer relaciones interpersonales satisfactorias, la corrupción y la falta de educación de una sociedad, en modo alguno son una casualidad. 

Nada es casualidad y solo existen las causalidades!

¿Por qué algunas sociedades están llenas de ventanas rotas y a nadie parece importarle?

Fuente: KELLING, G / COLES, C (1996): Fixing Broken Windows: Restoring Order and Reducing Crime in Our Communities. Originally Published by Martin Kessler Books.

Author: Daniel Costa Lerena

Psicólogo Clínico, Master en Coaching y NLP-DBM. Webmaster y Blogger.

(6) Comments
  1. Muy buen articulo y sobre todo bien explicado al detalle. Es horrible ver como las gente no cuida los espacios públicos y les da todo igual, así estamos también, cada uno tira para su lado y a los demás que los parta un rayo.

    1. Hay mucha individualidad mal interpretada y sobre todo poco sentido de comunidad. Cuidado, no en todas las sociedades se detecta en los mismos niveles; considero que todo parte de la educación recibida en las primeras fases de nuestro desarrollo y en la mentalidad global de la sociedad en particular. Gracias por tu comentario.!

  2. Hola,
    Las formas, los modales, la educación end efinitiva que aarca en todo los ámbitos de la vida, social y privada es algo que ayuda a poder vivir en comunidad. Si todos hiciéramos las cosas como que "otro" lo arreglará, sería un caos. El mismo caos que aparece en un niño cuando en su reducida sociedad, la familia, encuentra esa forma de actuar.
    Un saludo,
    Sol Zalbidea

    1. Gracias por tu comentario Sol. Coincido contigo, hay mucho de pretender que los demás se ocupen de los asuntos que en realidad nos competen a todos. En definitva, considero todo parte de intentar aplicar un sentido báscio de comunidad, el cual nos permite precisamente vivir en sociedad. Un saludo.!

  3. Lamentablemente todo lo que dices se mantiene en el tiempo y parece que la cosa va a peor. Falta de educación por doquier, violencia y agresividad a flor de piel, un desastre. Nadie respeta a nada ni a nadie y todavía los honestos parece que fuéramos los culpables. Triste pero muy acertado lo que dices.

  4. Para mi es una falta generalizada de valores y de educación en la familia. La enseñanza cada ves es peor y la transmisión de valores me parece que es fundamental para que algún día tengamos sociedades por lo menos civilizadas, porque ahora mismo es casi el salvaje oeste.

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