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El arte de preguntar.

El arte de preguntar.

¿Cuál es la función de preguntar?

 

Preguntar es un arte, una herramienta o instrumento para obtener información necesaria o no. Dependiendo de las circunstancias la pregunta cobra un valor y significado diferente. En el marco de una consulta profesional podemos considerarla una herramienta; en nuestras vidas la cosa cambia, puede llegar a ser motivo de obligarnos engañar al otro o hasta de mentirle.

Siempre se dice que si no quieres escuchar una mentira es mejor no preguntar, y muchas veces es cierto porque no sabemos formular la pegunta correcta, de la forma adecuada y en el momento preciso. Si nos equivocamos en lo anterior podemos quedar ante el otro como personas mal educadas, entrometidas o incluso provocar el rechazo automático en el otro.

Los códigos sociales en torno al preguntar varían según la sociedad. Estando en ciertos países pude detectar que preguntan sin miramientos, es decir, podemos conocerles hace tan solo cinco minutos que a uno le sueltan preguntas en la cara que dependiendo de cada uno puede incluso provocar un altercado, cosa por cierto que presencié en más de una oportunidad con extranjeros que se sintieron ante tal estilo de tomarse atribuciones por parte de personas ajenas a su personas realmente ofendidos. 

No quiero establecer que una sociedad es mejor o peor, simplemente son diferentes códigos y, lo que para algunos es habitual para otros es una falta de respeto.

Algo muy útil dentro del arte de preguntar es argumentar, decirle al otro el por qué le estamos haciendo o formulando la pregunta. Nuestro receptor se sentirá bastante más receptivo a valorar la posibilidad de respondernos con la verdad aunque, no nos garantiza que lo haga o esté en la obligación de hacerlo.   

Cambiando el rol de preguntar y técnicas de contra respuesta.

Frecuentemente se utiliza la ironía, el sarcasmo o directamente caemos en el engaño o la mentira por considerar la pregunta inoportuna. Un técnica que nunca falla es preguntar al otro el por qué nos formula tal pregunta, presionarle con tacto a que argumente o a darnos un motivo para responderle; lo considero personalmente más que una estrategia para no responder como un derecho.

La reacción ante tal contra pregunta por parte del otro suele ser de desconcierto, y muchas veces logramos que tome conciencia que su pregunta es más que inoportuna; otra veces, entramos en un intercambio de preguntas el cual es mejor terminar haciendo gala de estilo y saber estar. Insisto, en tales situaciones considero oportuno el dejar de preguntar.

Un recurso que siempre resulta interesante disponer de él es hacer saber al otro que su pregunta la consideramos inoportuna, a destiempo, con falta de tacto por su parte o con cualquier argumento sincero, es decir, expresar el efecto que nos causó su pregunta. Se sorprenderán al poner en práctica tal recurso, os lo aseguro; no estamos acostumbrados a manifestar los efectos desagradables que nos causa una pregunta, optamos por guardar silencio. El actuar de tal forma nos permite por un lado poner en conocimiento al otro del malestar que nos causó y por el otro sentir el efecto liberador de expresarnos sinceramente.

Tengamos en cuenta que estamos hablando de establecer relaciones interpersonales saludables y en ningún momento estoy proponiendo a nadie el utilizar tales recursos como ofensivos, al contrario, son para defendernos, para preservar nuestra intimidad o simplemente marcar nuestro territorio o zona de seguridad personal.

En toda relación interpersonal podemos aplicar tales conceptos; incluso con familiares y amigos, porque las conexiones afectivas no deben dar derecho a nadie a invadir nuestra intimidad o no ser respetados en nuestras necesidades.

Recordad que conforme lo anteriormente expuesto, nosotros tampoco tenemos tales derechos y debemos respetarles de igual forma, con lo cual antes de preguntar conviene primero el meditar sobre ello.

Para obtener una respuesta no necesariamente debemos preguntar; hay otros métodos más eficaces y nos permiten guardarnos las preguntas para cuando realmente consideremos oportuno o necesario formularlas, como un as debajo de la manga para jugarlo en el momento preciso.

Diferenciar la mentira del engaño, ejercer nuestro derecho a no responder, aprender a preguntar y condicionar al otro a que argumente sus preguntas son elementos muy importantes a tener en cuenta para nuestro día a día, ponedlo en práctica y os aseguro que muy rápidamente notaréis la diferencia.  Por cierto, poco a poco, porque crecer es un proceso y por tanto debemos siempre tenerlo bajo nuestra atenta observación e ir realizando las correcciones del caso para obtener los beneficios que deseamos.

Author: Daniel Costa Lerena

Psicólogo Clínico, Master en Coaching y NLP-DBM. Webmaster y Blogger.

(4) Comments
  1. Gracias por tu comentario.!

    La tendencia indica que la mayoría de las personas no solo no saben formular preguntas correctamente, tampoco se preocupan por pensar el por qué de formularla y menos la reacción del receptor de la misma ante ella. Coincido contigo en que si más de uno pensara un instante su pregunta igual ni se le ocurre hacerla.

  2. Yo siempre pregunto sin pensar y a veces la gente piensa que le quiero hacer daño o molestarla, pero siempre desde niña fui así de preguntar sin pensar. A mi me sirvió de mucho leer lo que dice.

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