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Los familiares políticos no se eligen.

Los familiares políticos no se eligen.

Una circunstancia que frecuentemente se presenta dentro de una familia es cuando uno de sus miembros comienza a mantener una relación de tipo sentimental, por ejemplo se convierte en novio o novia y, eventualmente, esposo o esposa.

Expresado de otra forma, un miembro de la familia toma una decisión y afecta, en diferentes niveles y formas, al entorno familiar. La familia política bien puede convertirse, en un sentido u otro, motivo de conflicto o de crecimiento del núcleo familiar, todo depende.

Los conflictos que eventualmente se pueden producir llegan a ser, en muchas circunstancias, hasta muy graves; incluso determinando la ruptura en las relaciones entre alguno de sus miembros.

La entrada de un nuevo miembro al ámbito familiar, el cual lo hace por decisión unilateral por parte de uno de sus miembros, puede generar serios conflictos de no instrumentarse debidamente atendiendo desde varios factores.

Debemos tener presente que las relaciones interpersonales saludables y positivas no se pueden forzar, es decir, bien podemos en todo caso mantener y respetar las reglas básicas de urbanidad sin necesidad de ir más allá; nadie está obligado a comulgar con las ideas o sentimientos del otro, y el ser políticamente correctos no debe confundirse con hipocresía.

Para lograr entenderlo, si es que no lo han experimentado en carne propia todavía, debemos tener en cuenta algunos factores, los cuales por muy básicos que nos puedan resultar son determinantes en tal sentido.

Lo primero es que cada familia tiene sus normas, creencias y códigos establecidos. El miembro de la familia política viene de fuera, deberá respetarlas y claro, también deberá ser respetado él en todos los sentidos. La tolerancia aquí entra en juego de forma casi vital, es trascendente el respeto mutuo y, sobre todo, respetar los roles.

No mezclar los roles es fundamental y me refiero a todos los implicados en la cuestión. La tendencia de los conflictos que surgen viene dada por el rol de la madre o suegra; indistintamente del rol específico, queda claro que lo que se suele tomar a broma pasa ser muchas veces en algo más que serio.

El punto es no mezclar precisamente los roles, una madre es un madre y una suegra es una suegra; cada una ha tenido, tiene y tendrá un rol bien diferente, el cual debe estar bien claro en cualquiera de ambos casos. Si alguna de las partes no lo entendiera así, procede aclarar el rol de cada una, siempre desde el respeto y claro, con mucho tacto para no herir susceptibilidades.

Una de las medidas más saludables es no permitir bajo ninguna circunstancia la intromisión, es decir, que cada uno tenga su lugar y no se le otorguen o se adjudiquen atribuciones que no les corresponde a su rol.

Desde luego no significa de forma alguna dejar de escuchar, simplemente poner reglas de no intervención dentro del ámbito de la pareja; aquí entra, por un lado, el no meterse adónde a uno no le llaman y por otro no dejar que se entrometan en nuestras vidas. Lógicamente, si es que se puede hablar de lógica en tal sentido, todo dependerá de algunos valores recibidos desde la infancia.

El respeto por sobre todo debe ir acompañado de tolerancia y, de ser necesario, reivindicarlos es menester; valorar los diferentes factores condicionantes del individuo y claro, la comunicación en las relaciones interpersonales son clave.

La honestidad no solo de pensamiento, también de sentimientos debe primar, el expresar ambas de forma respetuosa y dejando claro hasta dónde se puede llegar el otro es trascendente.

Los límites deben quedar bien claros y definidos desde el primer momento y, al mismo tiempo, nosotros debemos ser capaces de distinguir hasta dónde podemos llegar.

La familia no se elige y los familiares políticos tampoco aunque, nadie está obligado a nada y muchos menos aceptar a nadie; forzar las relaciones interpersonales de los demás al tratar de adecuarlas a nuestras necesidades más que beneficios puede acarrear conflictos innecesarios.

Author: Daniel Costa Lerena

Psicólogo Clínico, Master en Coaching y NLP-DBM. Webmaster y Blogger.

(4) Comments
  1. Totalmente de acuerdo en que una nueva pareja lleva consigo un equipaje diferente, hay que dejar a esa pareja que forme su vida conjunta con sus propias normas y jamas inmiscuirse en ellas desde el ambito de las familias de cada uno.
    Tambien hay que pensar que no al elegir a una persona para compartir tu vida se tenga que renunciar a la familia , pero no se puede imponer a la otra parte si esta no es afín a ella, siempre con la libertad de tener tu propia relación sin que a tu pareja le moleste.

  2. Gracias Pilar por tu comentario.!

    Lamentablemente los niveles de intromisión en las parejas, por parte de los familiares de cada uno, son muy altos. Desde luego que no se entromete a quien no se lo permiten y claro, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa; la familia de cada uno seguirá estando ahí y no es menester que ninguno rompa vínculos con ellos.

  3. No queda más remedio que aguantar, a veces mejor cerrar la boca que montar una buena. A mi suegra más vale perderla que encontrarla, pero que se la va hacer, no tengo más remedio que aguantarla a ella y mi cuñado, que ése si que hay que darle de comer aparte.

  4. Gracias por tu comentario y por compartir tu experiencia.

    Mejor que “aguantar” es intentar modificar. El ir sumando experiencias desagradables e intentar reprimirlas, al final de cuentas puede ser bastante contraproducente.

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