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Confirmado: Dios es brasilero.

Confirmado: Dios es brasilero.

Dios nació en Brasil y tiene ciudadanía brasileña.

 

Algo que llamó poderosamente la atención recién llegado al nordeste de Brasil fue la presencia de Dios en las calles. Los coches por centenares por llevan pegadas en su parte trasera stickers donde reza la frase “Dios es fiel”, en portugués claro.

Una especie de manifestación pública no solamente de su creencias religiosas por parte de los propietarios de dichos vehículos, también muestra de agradecimiento. Es de bien nacido ser un hijo agradecido, todo hay que decirlo, ahora, cuando menos convengamos que la forma de hacerlo resulta un tanto curiosa.

Otra frase recurrente en los habitantes del nordeste de Brasil es que “Dios es brasilero” y guarda a desafiar tal afirmación, si uno lo hace aunque más no sea en tono de broma, algunos se llegan a ofender airadamente.

Soy hombre de argumentar, cualquier afirmación que realizo aunque sea en términos coloquiales procuro sustentarlos con argumentos sólidos o, cuando menos, convincentes. Cada uno tiene claro que realidades sociales conoce y cuales particularmente son de su agrado o se ajustan a sus necesidades.

Por mi parte comencé a replicar tal afirmación, casi de carácter nacional me atrevería a afirmar puesto que la escuché en diferentes regiones del país, con una frase personal, “visto lo visto considero que Dios no es brasileño, en todo caso será suizo”.

Comparar es odioso aunque lo hacemos inconscientemente, uno vive comparado y caemos en injusticias o falacias absurdas. Al escuchar la frase que sentencia que “Dios es brasileño”, comencé a repasar y analizar las diferentes y diversas realidades sociales que conozco basado en mi propia experiencia y claro, cargadas de toda mi subjetividad para llegar a la conclusión antes citada, “Dios en todo caso será suizo”.

Entiendo perfectamente en diferentes niveles los por qué de sostener tal afirmación por parte de millones de brasileños, el tema trasciende mis simples comentarios superficiales y llegan a temas verdaderamente existenciales, roza la esperanza y hasta la desesperanza.

Los brasileños son personas que dominan, en propias palabras del autor Heber Viana, “el arte de vivir con fe sin saber por qué ni en qué”. Frase ciertamente la cual considero magistral para describir el estilo de vida de millones de brasileños, aunque no de todos claro.

Todos los tigres son felinos, aunque no todos los felinos son tigres.

 

Fácilmente también uno puede observar el papel que protagoniza de Dios en la sociedad brasileña. Caras de espanto a raudales me escrutaron al insinuar la posible no existencia de Dios, aunque más no fuera por bromear o intentar activar mecanismos internos de mis interlocutores.

Algunos con verdeara preocupación y hasta incredulidad puesto no conciben la posibilidad de analizar ni de por asomo dicha posibilidad, es decir, que Dios no exista y mucho menos de no tenga nacionalidad brasileña.

A decir verdad, con el correr del tiempo la frase de caerme simpática y hasta escucharla con cierta ternura e inocencia me comenzó a provocar cansancio intenso. Ciertos niveles de intolerancia a aceptar que hay personas que piensan o sienten diferente me llevan a reaccionar automáticamente, algo bastante infrecuente en mi persona por cierto, aunque insisto, por cansancio sobre todo.

El tema parece ser que hay que creer en Dios por cualquier medio y a través de cualquiera de las tantas organizaciones religiosas que pululan y condicionan nuestras sociedades. Como mecanismo de defensa e intentando hacer gala de los buenos usos sociales para evitar entrar en discusiones inocuas e innecesarias, comencé a responder que creía en Dios bajo un aspecto cuántico y resultó muy positivamente en favor de mis intereses particulares.

Muchos, particularmente en Brasil, se quedan con cara de póker y sin entrar a justificar las teorías cuánticas, simplemente escuchando mis interlocutores que sí creo en Dios, independientemente de la forma que lo haga, quedan encantados.

Por cierto, soy y seguiré siendo agnóstico; hasta que nadie me demuestre lo contrario con sólidas evidencias científicas claro está.

Evidentemente hay personas que se conforman con poco, y otros solo creemos en lo que podemos ver con nuestros propios ojos o en lo que pueda ser demostrado científicamente.

Author: Daniel Costa Lerena

Psicólogo Clínico, Master en Coaching y NLP-DBM. Webmaster y Blogger.

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