Cómo elegir la zapatilla adecuada.
Una zapatilla de deporte tiene vida!
Es frecuente que las personas al momento de adquirir unas zapatillas de deporte solo reparen en el aspecto estético, dejando de lado otros factores altamente importantes.
Según las estadísticas a diario se veden millones de zapatillas en todo el mundo y, curiosamente, las que se destinarán específicamente a la practica de algún deporte son muy pocas.
Ahora bien, el punto es que cada zapatilla cumple una función específica para un deporte en particular; está diseñada para un tipo de pie y una pisada; para determinados climas e incluso para superficies en concreto. Aunque ésto es por todos conocidos, insisto, pocos suelen reparar en tales detalles al momento de adquirir unas zapatillas.
Vale decir que por ser cara una zapatilla no significa que se ajuste a nuestras necesidades ni mucho menos. Hablemos de las zapatillas para practicar runnig o salir a correr; las cuales suelen ser las más adquiridas por el gran público simplemente para andar cómodos y, vale decir, con el desconocimiento del mismo en cuanto a sus características técnicas.
La vida útil de una zapatilla de deporte.
Porque cada zapatilla diseñada para salir a correr o caminar es diferente, tanto en su concepto como en su función. Las mismas tiene un ciclo de vida útil, independientemente de que las veamos “como nuevas”, puede ser que estén listas para darles de baja.
La vida útil de las zapatillas de deporte se mide, entre otras cosas, por la pérdida de sus propiedades de amortiguación; las mismas se diseñan para durar una X cantidad de kilómetros. Luego de que la zapatilla pierde sus cualidades de amortiguación, las mismas pueden resultar contraproducentes de utilizar, puesto qué, precisamente, la amortiguación de la zapatilla lo es todo al momento de sustentar nuestro peso.
El factor anterior, el de la amortiguación, es muy importante para evitar posibles lesiones o molestias en la zona lumbar. En mi experiencia personal, cuando comencé a salir a correr a diario, lo hice con las zapatillas equivocadas y comencé a sentir molestias en la zona mencionada (lumabres). Al momento de adquirir unas que se ajustaban a mis necesidades, es decir en cuanto a mi peso y utilidad específica, tales molestias desaparecieron de inmediato.
La superficie en la cual corremos o caminamos es otro factor a tener en cuenta al momento de adquirir unas zapatillas, evidentemente no es lo mismo hacerlo sobre césped o cemento; aquí nuevamente volvemos al tema de la amortiguación y su gran importancia. Desde luego al correr el impacto contra la superficie es diferente que cuando caminamos, en el último caso recordemos que siempre uno de nuestros pies estará en contacto con el suelo y es un ejercicio más suave, sobre todo para personas que presentan sobrepeso.
Una zapatilla sin amortiguación o inadecuada para la actividad deportiva que desarrollamos puede, tanto una como la otra, eventualmente acarrearnos consecuencias negativas. Los fabricantes utilizan diferentes conceptos y tecnologías para diseñar la amortiguación de éstas; los sistemas más conocidos son las de cámara de aire o gel aunque desde luego existen otros tipos.
Un factor importante a tener en cuenta es que las zapatillas deben quedarnos cómodas, ni muy ajustadas ni grandes, pues al momento de salir correr o caminar, las mismas deben adaptarse de la mejor forma posible a nuestro pié. El estar bien abrochadas, ni muy fuertes ni muy flojas, con la lengüeta en posición correcta y que no nos lastimen o incomoden. Por decirlo de otro modo, la mejor zapatilla es aquella que nos queda como un “guante” en nuestro pie.
La zapatilla adecuada a nuestro tipo de pie.
Éste es un aspecto fundamental y determinante al momento de adquirir una zapatilla de deporte, independientemente de que la utilicemos para practicar uno o simplemente para utilizarla en el día a día. Los fabricantes tiene en cuenta precisamente el tipo de pie, y con ello no tendremos inconveniente alguno para adquirir una adecuada a nuestras necesidades.
Para saber que tipo de pie tenemos la mejor opción es acudir al médico para que éste lo determine; vale decir que también hay otros profesionales, como los podólogos, que pueden determinarlo e incluso en las mismas tiendas.
Ante ésta última opción debemos tener presente que no todos los dependientes de las tiendas de deporte o que venden calzado deportivo son expertos ni mucho menos, al contrario, lo mejor en tal caso es dirigirnos a una tienda especializada dónde encontraremos el asesoramiento adecuado.
Los tipos más frecuentes de pie son el Griego, el Egipcio y el Polinesio:
Pie Griego: el segundo dedo es el más largo del pie y se calcula que el 15% de las personas se ajustan a éste tipo.
Pie Egipcio: es el tipo de pie más común, el dedo gordo es el más largo y luego le siguen lo demás en orden decreciente. Aproximadamente se observa en el 60% de las personas.
Pie Polinesio: cuando los dedos son todos prácticamente iguales y están casi a la misma altura, también se le conoce como pie cuadrado. 25% Por ejemplo, un pie griego puede utilizar una zapatilla para pie egipcio, pero no al revés.
¿Cuál es nuestra pisada?
Para conocer nuestro tipo de pisada debemos recurrir a un profesional, el cual puede ser nuestro médico o bien dirigirnos a un centro de análisis del movimiento; es importante destacar que la huella plantar bien puede dar una idea al profesional consultado aunque, al momento de correr, eventualmente la pisada puede mostrar otras características.
El tipo de pisada se determina por la forma, precisamente, de pisar al caminar y las mismas pueden ser de tipo Pronador, Supinador o Neutro.
Pronador; el pie presenta una predisposición a exagerar el movimiento de inclinación hacia dentro de los tobillos; tal tendencia es una forma natural de amortiguación de nuestro cuerpo. Se calcula que casi la mitad o más de los corredores presentan sobrepronación en sus pisadas.
Supinador; la supinación es lo contrario a la pronación; el tobillo, en relación a la pierna, muestra una posición hacia afuera. Éste tipo de pisada es la menos frecuente y se calcula que solo un 10% de los corredores la presentan.
Neutro; como su nombre lo indica, en éste tipo de pisada no se percibe una tendencia del tobillo ni a girar hacia el exterior ni hacia el interior del pie. El 40% de los corredores se encuadran dentro de éste tipo de pisada.
Existen zapatillas especialmente diseñadas para corregir tanto la pronación como la supinación.
El incorporar a nuestras vidas hábitos saludables, como salir a caminar o correr, desde luego repercutirán positivamente en nuestra salud y con ello en nuestra calidad de vida.
Conviene, previo paso de adquirir la ropa y el calzado adecuado para tales menesteres, visitar a nuestro médico de cabecera para que nos realice un chequeo general y así valore el tipo de actividad que nos conviene realizar.