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Aprender a negociar para vivir.

Aprender a negociar para vivir.

Aprender a negociar es una necesidad.

 

La negociación de una forma u otra forma parte de nuestras vidas, necesitamos adquirir o pulir habilidades específicas para poder desarrollarnos satisfactoriamente en tal sentido.

Desde niños modelamos nuestro mundo y aprendemos a relacionarnos con él, aprendemos a comunicarnos de una forma u otra y a negociar, primero dentro del ámbito familiar y luego en el educativo para culminar en el social. La tendencia indica que comenzamos a negociar con nuestros progenitores y, dado que la familia establece vínculos perdurables en el tiempo, la misma se transforma en centro de negociaciones continuas.

Nuestra madre por ejemplo intentará negociar que comamos todos los alimentos a cambio de algo y, al mismo tiempo, de no hacerlo y mantenernos en nuestra posición nos ganaremos un castigo; horas de televisión u ordenador por tal o cual cosa, en fin, hasta objetos materiales por buen comportamiento o rendimiento escolar. Cualquier niño bien conoce las ventajas de dar un par de besos a sus padres o decir un “te quiero” de forma oportuna. Con nuestros hermanos negociaremos el intercambio de juguetes o un lugar en el coche, una prenda de vestir o el programa de televisión que queremos ver.

Para algunos todo es negociable, cualquier cosa es negociable y moneda de cambio aunque, negociar no es intentar convencer al otro, es lograr llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes.

Los afectos, aunque parezcan no negociables, en realidad también se transforman en elemento de intercambio y, eventualmente, un elemento clave para el chantaje emocional. Particularmente en aquellas personas con acusadas carencias afectivas nos encontramos que, precisamente, suelen ser blanco perfecto para el abuso por parte de otros desde la negociación emocional.

Desde luego, la negociación clave y determinante en nuestras vidas se produce con nosotros mismos, en nuestro diálogo interno incluso somos capaces, inconscientemente, de “auto negociar” ciertas cosas.

Lo que no podemos perder de vista es que toda negociación implica un intercambio y, en tal sentido, lo que debemos tener claro qué es lo que estamos negociando, con quién, por qué, para qué y, desde lo anterior como referencia, cómo.

Dos factores entran en juego desde ahí, la necesidad de realizar un análisis situacional y específico sobre lo negociado y, por otro lado aunque de forma inseparable, la estrategia. La misma es clave en toda negociación, independientemente de que seamos conscientes o no de ello, siempre utilizamos estrategias, incluso para lograr modelar satisfactoriamente nuestro entorno y adaptarnos a él.

Con el primer factor aplicado lograremos o, cuando menos intentaremos, evitar ser manipulados o sentirnos víctimas de las circunstancias. Tendremos claro nuestras necesidades y, al valorar las del otro, se establece de forma automática una estrategia. Tal factor, una vez aplicado desde lo personal, perfectamente puede ser utilizado para realizar el debido análisis del otro, es decir, trasladarlo de igual forma a la otra parte implicada en la negociación.

Dejando de lado el aspecto material al momento de negociar, lo determinante es la comunicación, la forma en que lo hacemos y argumentamos son clave a nuestros propósitos; no son pocas las oportunidades en los diferentes ámbitos de nuestra vida que bien podemos valorar la posibilidad de recurrir a un mediador profesional, justamente para gestionar los procesos de negociación pertinentes. En tal sentido la mediación tradicional, entendamos dentro del mundo laboral, judicial o empresarial, cruzó fronteras para instalarse como factor clave dentro del ámbito familiar.

Lo anterior es claro reflejo de las carencias que adolecen un buen número de familias, incapaces de establecer relaciones interpersonales saludables entre sus miembros o tan siquiera establecer marcos adecuados para que se produzca el diálogo.

¿Qué es dar? Desde luego es un concepto el cual debemos tener bien claro, por tanto, una vez realmente procesado internamente el significado del mismo, lograremos realizar las distinciones del caso para tomar conciencia que muchas veces cuando creemos que estamos dando en realidad estamos negociando.

Al mismo tiempo podemos establecer que cuando creemos estar recibiendo, en realidad estamos dando algo cambio de forma inconsciente; insisto, lo anterior no es de forma alguna negociar, es dar.

Los conceptos de tener y ser desde luego pueden resultar altamente beneficios a nuestros intereses de ser bien claros, sin detrimento que los mismos son altamente relativos y subjetivos para cada persona.

Independientemente del ámbito en dónde se produce la negociación, entiendo es menester analizar, estructurar y reflexionar sobre las motivaciones y necesidades personales; luego habrá tiempo para valorar los resultados obtenidos y siempre estaremos a tiempo de adquirir habilidades y maximizar recursos.

Author: Daniel Costa Lerena

Psicólogo Clínico, Master en Coaching y NLP-DBM. Webmaster y Blogger.

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